Hay quién prefiere hablar de adicción pero este término convierte en patología algo que tan solo es un mal hábito, aunque fuera de sus límites podríamos comenzar a hablar de adicción, lo cual se convertiría en una patología psicológica que necesitaría de terapia o tratamiento para su erradicación.
A diario, pasamos horas y horas conectados vía móvil, pasamos de leer los mails de trabajo o estudio a conectar con nuestros perfiles en redes sociales, noticias de Twitter, fotos de Instagram o felicitar o cotillear en Facebook, a esto además hay que añadirle la multitud de mensajes vía Whatsapp que hacen que nos entretengamos más de lo necesario y seamos incapaces de desconectar en nuestra rutina diaria del smartphone.
Afectando a nuestro entorno laboral porque nos distraemos o incluso dejando de estar pendientes de las personas que más queremos. Existen ya multitud de bares y restaurantes que comparten el Cartel «Hablen entre ustedes aquí no tenemos Wifi»
a menudo, los hijos reclaman la atención de los padres que con dificultad pueden dedicarles tiempo de calidad debido a esta afectación de su capacidad de concentración. Las relaciones de pareja también pueden verse afectadas.
Y más seriedad requiere el tema Adolescentes, ya que si en una media de edad poblacional madura este problema está in crescendo, en la población adolescente la adicción al móvil está pasando a ser un tema de debate entre instituciones públicas docentes y no docentes. Creando una cultura vanidosa y superficial en la que el momento presente se desvanece por un estado ficticio de presencia en esos sitios social media.
A todo esto podemos añadir el pánico escénico a no querer/poder salir de casa sin el móvil Nomofobia, y que ello provoque cierto grado de malestar o ansiedad en el individuo es lo que nos debe poner alerta.
Con los adolescentes sucede que además pueden usar el móvil para reafirmarse en el grupo, sentir mayor autoestima etc… es por ello que hay que trabajar para que la sútil línea entre el enganchamiento al mismo no se convierta en adicción ya que ello si podría acarrear problemas de salud mental que bajarían la calidad de vida y estado anímico del chico/chica.
Solo hablaremos de dependencia cuando su uso es excesivo, inadecuado y cuando existe una necesidad patológica de estar pendientes de él sabiendo en cada momento dónde lo hemos dejado e incluso no pudiendo renunciar a dejarlo atrás, si ello nos ocasiona un malestar desmesurado.
Actualmente, las relaciones sociales empiezan a tener poco que ver con las del pasado. La forma de comunicarnos, la privacidad que en ocasiones supone decir determinadas cosas sin tener que enfrentarse físicamente a los demás, así como la rapidez y bajo coste de esta modalidad de comunicación, representan grandes beneficios para las personas.
El problema no está en reconocer las ventajas que en términos generales la tecnología ha aportado a nuestras vidas, pues es obvio y no discutible, sino en otro bien distinto. Al igual que la ingesta de alcohol puede ser no dañina en su justa medida, pero sí un problema cuando se cometen excesos, el uso del móvil es un caso similar.
Si estás sufriendo problemas con la tecnología, contacta con tu psicólogo en Córdoba de confianza y toma las riendas.