Todos, desde que nacemos, estamos unidos física y psicológicamente a otras personas por una relación de dependencia. Pero el ser humano, conforme va llegando a determinada edad, va alcanzando un determinado grado de autonomía que marca un punto de inflexión a partir del cual esa relación de dependencia no tiene razón de existir. Por tanto, la dependencia es, al fin y al cabo, un tipo de conexión entre dos o más entes.
De esta manera, la dependencia, por definición, no es un concepto negativo. El problema viene cuando la relación que la define se trasforma en una relación de subordinación o sometimiento de uno frente a otro. Este es el caso, por ejemplo, de la dependencia emocional en Córdoba.