Entre el vocabulario coloquial está generalizado el uso indistinto de los términos ansiedad y estrés, como si fuesen algo similar. Normalmente cualquiera lo asociaría con un estado de tensión constante y agobio en términos llanos, y no es que sea del todo incorrecto pero hoy queremos llevarlo un poco más allá.
Lo primero que tienes que tener claro es que la ansiedad y el estrés aunque tengan ciertos rasgos que puedan ser aparentemente similares no son la misma afección, por lo que no tienen los mismos síntomas, causas, efectos ni por supuesto tratamiento a la hora de solucionarlos.
¿Qué es el estrés?
El estado de estrés en términos correctos es una respuesta del organismo cuando interpretamos algo que amenaza nuestra seguridad o integridad, por lo que el organismo prepara todos sus recursos de cara a enfrentarlo.
Cuando esto ocurre, se produce un desequilibrio donde el cuerpo se prepara para una actividad o desempeño físico más elevado de lo común. Por esto mismo se aumenta la presión arterial, la actividad cerebral y la quema de reservas a velocidad más elevada para disponer de una fuerza superior a lo normal.
Entonces, si esta función nos puede salvar la vida en determinados momentos, ¿por qué hay que regularla? Es cierto que es necesaria, pero el problema ocurre cuando comenzamos a considerar estas amenazas en cosas que en realidad no lo son y estar en ese estado de extrema alerta mucho tiempo puede perjudicarnos tanto física como mentalmente.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad, por su parte, nos ofrece una mayor actividad cerebral, lo que puede provocar nervios por ejemplo. Esto, como el estrés, en su justa medida, es necesario para que estemos listos a aprender cuando salgamos de la zona de confort y afrontemos ciertas situaciones como pruebas con el 100% de nuestra capacidad.
No obstante, cuando se vuelve algo patológico y nuestro cuerpo reacciona de forma descompensada ante estímulos que no deberían de ser objeto de ansiedad, es cuando se vuelve un problema que debe ser tratado por un profesional cualificado en la materia.
De hecho, mayormente los efectos de una ansiedad prolongada pueden ser insomnio, dolor de cabeza, fatiga etc. Son planos más psicológicos, pero que en menor medida también pueden tener su reflejo a nivel físico.
Recuerda que hay que cuidar la mente tanto como el cuerpo y debemos de estar atentos a señales que pueden estar indicándonos una mala salud mental. Hoy en día la gran mayoría de patologías se pueden tratar satisfactoriamente. Si quieres saber más información, contacta conmigo para resolver cualquier tipo de duda o pedir tu cita. La psicóloga en Córdoba que necesitas.