La conocida serie Black Mirror nos presenta distintos escenarios donde la premisa se encuentra en un uso descontrolado de la tecnología y enorme deshumanización de la sociedad. Se desarrolla en futuros distópicos gravemente influenciados por algún avance tecnológico concreto, dejando una reflexión existencialista importante. Se podría decir que Black Mirror es una de la series donde interviene en mayor medida la psicología, favorecido por plantear situaciones, que a pesar de su presentación aparentemente futurista, guarda una relación con la actual sociedad y su comportamiento ante la tecnología totalmente realistas y factibles, por muy extremo que lo hipoteticen.
Las versiones del futuro que nos presenta cada capítulo de Black Mirror, podemos relacionarlas fácilmente con situaciones cotidianas que vivimos en la era digital. Una de las características más destacables es como la tecnología puede controlar nuestras vidas mediante analogías con la actualidad, logrando que las hipótesis sean mucho más reales. En este momento la pregunta está clara, ¿Black Mirror es realmente ficción? Es indiscutible que se lleva al extremo cada situación por motivos de dramatización, ya que debemos recordar que no deja de ser una serie. Pero la peculiaridad se encuentra en lo reflejados que podemos sentirnos al verla y como llegamos a la conclusión de lo inmersos que nos encontramos en nuestras pantallas negras.
Se tratan temas como el ciberbullyng, las tecnoadicciones, acoso virtual, poca capacidad de socializar, etc. Realmente si pensamos en estos conceptos, podemos creer perfectamente que estén ocurriendo ya, sin tener que remontarnos a ninguna historia de ficción. De hecho, recientemente, la adicción a los videojuegos a pasado a forma parte del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), siendo un trastorno cada vez más común y reconocido en los más jóvenes.
Nuestros hábitos son importantes encargados de definir nuestra personalidad y perfil social. La inmersión, cada vez mayor, en las nuevas tecnologías, esquivan aquellas necesidades más antropológicas del ser humano como relacionarse, o habilidades como empatizar. Por mucho que queramos imaginar en una comunicación plena tras el oscuro de nuestros móviles, ordenadores o tablets, nunca será proporcional a la conexión del contacto humano.
Controla a la tecnología, no ella a ti.
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